La piel de la piedra
Frente al talento debe haber un carácter,
frente al impulso una disciplina, frente a la ligereza y al ansia de producción
unas inhibiciones que mantengan la balanza en equilibrio.
Hermann Hesse
Quizá las palabras que encabezan este texto, sean
suficientes para describir la obra de Francisco Escudero.
A veces, demasiadas veces, nos
preguntamos por el sentido de una obra de arte. La producción exacerbada y la
desmesurada cantidad de tanto arte nos
llevan a la confusión, al caos y a la dificultad de descifrar su verdadero fin
y significado, sumergiéndonos en el desánimo y en la incomprensión. Francisco
nos da la respuesta clara en cada una de sus piezas, su discurso nos llega con
nitidez y con diáfana transparencia, el planteamiento y ejecución de cada una
de sus obras estimulan los sentimientos escondidos de la belleza, la
sensibilidad y el equilibrio.
Escudero esculpe y dibuja con la
maestría de los clásicos para inmiscuirse en las vanguardias más incipientes de
la modernidad, en silencio, sin hacer ruido, sabiendo adaptarse con sus
proyectos a la visión real del arte contemporáneo. El noble material que usa
para sus esculturas, piedra, mármol, bronce… engrandece y da carácter a la
resolución de sus formas. El cuerpo humano es base de inspiración y
representación de sus creaciones. Los escultores griegos y romanos se sentirían
orgullosos de la continuidad de sus trabajos en las manos de Fran, este sería
un alumno aventajado en el taller de Fidias y pasearía orgulloso por el Foro,
que se extiende desde el Capitolio hasta los pies del Palatino.
Gracias artista, gracias escultor, gracias amigo por
devolvernos todas esas sensaciones que emergen sobre la piel, escondidas en el
alma de la piedra y en el etéreo grafismo de tus dibujos.
Xoán Guerreiro
A Coruña 2009
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